Caminando con una amiga por la ciudad, nos topamos con un almacén de regalos al que no quería entrar. Ella insistió, así que entramos. Había muchas cosas bonitas, cosas que me atrajeron. Mi amiga vio entre todos el que para ella era el mejor del almacén y me llamó para que lo viera. Ella tenía la razón, es lo mejor que tiene el almacén. Pero, oh sorpresa, su valor esta fuera de nuestro alcance, ninguna de las dos puede comprarlo. De todas maneras a ella sólo le gustó pero no para comprarlo… yo si quisiera tenerlo. Desde entonces sólo voy al almacén a verlo.
Un día, el dueño del almacén notó mi interés por él y se acercó a mí y habló conmigo:
- el regalo que todas quieren –luego me miró como si yo fuese algo extraño –y tu ¿por qué no lo compras?
- porque mi situación económica no me lo permite
El señor hizo una sonrisa irónica y dijo:
- todas las mujeres que quieren comprarlo siempre les pasa lo mismo. Cuando van a pagarlo, sus tarjetas de crédito no funcionan o no tienen suficiente dinero en efectivo para comprarlo. Cero que… no quiere ser comprado o… tal vez ninguna que viene a comprarlo se lo merece.
- que hará con él si nadie puede comprarlo? –le dije con ansias de saber si lo volvería a ver
Con tristeza me dijo:
- pues… me tocará dejarlo en la bodega, junto con los demás regalos viejos que nunca pudieron ser comprados –de repente su semblante cambió – aunque… este no se compara con los demás. No sé… tal vez… hasta podría regalárselo a aquella que realmente lo merezca…
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